La medicina moderna ya no se ocupa sólo de diagnosticar una enfermedad, sino de extender o prolongar la vida de las personas, sean sanas o padezcan alguna patología.
Sin embargo, esta “redefinición” vuelve necesaria una cuestión no menor: que los médicos se pongan de acuerdo en qué es exactamente una enfermedad, y cuándo una situación requiere tratamiento.
Así lo establecieron diversos especialistas en la conferencia “Previniendo el sobrediagnóstico” realizada en el Dartmouth College, quienes destacaron que esto es cada vez más difícil porque diferentes circunstancias hicieron que la profesión médica extienda la definición de enfermedad, y por ende muchas personas reciban tratamientos por cuestiones que no lo ameritan, y que en el peor de los casos pueden generar un mal mayor.
“Efectivamente, el avance de la tecnología médica y la mayor demanda de los pacientes generan un incremento del diagnostico de situaciones médicas de distinta importancia, ya que no todas pueden ser llamadas enfermedades”, expuso el Dr. Matías Tisi Baña, médico del staff de Clínica Médica del Hospital Universitario Austral (HUA).
“Por otro lado, las pruebas de imágenes mejoraron su calidad y ciertos estudios que antes eran invasivos ahora se pueden realizar con mínimas o al menos con menor cantidad de molestias y riesgos para el paciente. Además, los test de laboratorio no sólo mejoraron sino que hay más”, agregó el Dr.
Sumado a todos estos factores, la población está más informada a través de los medios y las redes sociales –al margen de que es discutible la calidad de esa información- y la concientización respecto a la importancia de cuidar la salud creció.
“No debemos olvidarnos de sumar a este panorama la presión económica por parte de la industria para la cual es más redituable vender medicamentos –que todos tomamos muy fácilmente- o hacer estudios que cambiar hábitos de vida”, refirió Tisi Baña explicando de algún modo por qué el estilo de vida (cantidad de horas de trabajo, tiempo que se le dedica al descanso, plan de alimentación, rutina deportiva, etc.) no ha mejorado en la población general como debería.
“Esto implica tener una mayor población en riesgo de padecer ciertas enfermedades crónicas como la enfermedad cardio y cerebro vascular, la diabetes mellitus, y la obesidad, entre otras”, completó.
Por último, cabe destacar que el sobrediagnostico no sólo etiqueta como “enfermo” a un paciente que quizás no corre riesgos importantes, sino que además puede propiciar la realización de un tratamiento médico o quirúrgico con sus respectivos efectos adversos y riesgos, siendo éstos no necesarios.
En esta categoría “entran” los pacientes “polimedicados” ya sea por decisión propia o de un profesional, que reciben varios tratamientos no estrictamente necesarios, generándose un mayor riesgo de efectos adversos e interacciones farmacológicas.
Además, la abundancia de diagnósticos mal direcciona recursos, tiempo, turnos y dinero que serían necesarios para otras cosas en un sistema con recursos finitos.
“No todas estas enfermedades son iguales y el diagnostico temprano en muchas de ellas no conlleva un beneficio en la sobrevida ni en la calidad de vida de los pacientes. Lo mismo ocurre con los chequeos exhaustivos ‘enlatados’ y no pensados para cada grupo de pacientes particular. Por eso es importante tener una relación medico paciente basada en la confianza, en la que se puedan discutir estos temas abiertamente y que contemple tanto los temores y preferencias del paciente como la recomendación de su médico, para llegar a las mejores decisiones de cuidado”, expuso el médico del HUA.
Para finalizar, al ser consultado sobre quienes corren más riesgo, contestó: “La gente más demandante y preocupada por su salud puede ser más vulnerable, así como también aquellos que acceden a información médica que no siempre es de calidad”.
Contacto:
*Dr. Matías Tisi Baña
Médico del staff de Clínica Médica
Hospital Universitario Austral
MTISIBA@cas.austral.edu.ar