Los Trastornos de Conducta de Alimentación (TCA) son un grupo de patologías y manifestaciones que muchas veces se presentan asociados a otros problemas, como por ejemplo el síndrome autoinflingido o “self cutting síndrome”, que consiste en autoprovocarse lesiones y cortes.
Si bien estas heridas no buscan la muerte –de hecho son poco profundas y se hacen en zonas de bajo riesgo vital- sí resultan “exitosas”, en términos de los pacientes, porque contribuyen a bajar la tensión y la ansiedad que genera el aumento del apetito.
Así, los cortes se presentan como la alternativa para calmarse ante la pérdida de control que representa para quienes tienen TCA, por ejemplo, la sensación de hambre. Este complejo cuadro, que es más prevalente en mujeres (relación 8 a 1) se denomina “nueva anorexia”.
“Lo que se busca con los cortes es saciar el hambre, evitando la ingesta de alimentos. De hecho, lo que dicen los pacientes es que las lastimaduras no les provocan dolor pero sí quitan el apetito. Por lo general se trata de personas sumamente vulnerables que se saturan de información, proveniente habitualmente de las redes sociales, internet o blogs que proponen encontrar nuevos y mejores métodos para saciar el apetito. El problema es que le están agregando a su patología de base un síntoma severo que deteriora aún más su estructura de personalidad deficitaria”, consignó la licenciada Inés Maidana, psicóloga, integrante del servicio de Salud Mental del Hospital Universitario Austral (HUA).
“Por eso -y debido a que por la propia negación que el cuadro encierra, es difícil que las o los adolescentes y jóvenes que padecen esta patología tomen conciencia de la gravedad de sus lesiones-, requieren la puesta en marcha de tratamientos multidisciplinarios en los que participen profesionales de salud mental pero también de otras especialidades, dado que la patología genera síntomas en todo el organismo”, agregó.
Ocurre que los TCA asociados al síndrome autoinflingido provocan trastornos en todas las áreas del organismo, con lo cual se hace necesario poner en marcha un seguimiento integral: clínico, neurológico, nutricional, endocrinológico, etc.
“Y no debemos olvidarnos de la parte emocional, en la que entra a jugar un papel fundamental el grupo familiar, por lo que también es necesario incorporar a la familia en el tratamiento. La reeducación alimentaria no afecta sólo al paciente que consulta; por lo cual es importante prestar atención a si familia tiene hábitos alimentarios poco saludables, ya que esto contribuye a la enfermedad”, afirmó Maidana.
“Justamente por eso, completó la licenciada, el paciente pide con sus síntomas que haya una toma de conciencia por parte del grupo en su totalidad”.
Por último, hay que tener en cuenta, que en la conducta alimentaria restrictiva con síndrome autoinfligido los cortes suelen ocultarse, pero al mismo tiempo pueden ser el primer llamado de atención.
Es por eso que, en algunos casos, los familiares no perciben la conducta alimentaria restrictiva pero sí ven las lesiones que dejan los cortes, convirtiéndose entonces en una señal de alerta o el disparador. Este, entonces, constituye el primer paso para que la familia vea que no se trata solo de un síntoma más.
Contacto:
*Lic. Inés Maidana
Psicóloga
Integrante del servicio de Salud Mental
Hospital Universitario Austral
*Dr. Marcos Suffriti
Jefe de servicio de Psiquiatría
Hospital Universitario Austral
msuffrit@cas.austral.edu.ar