Una nueva muerte por sarampión generó alerta sobre la gran cantidad de franceses que se muestran escépticos frente a la efectividad de las vacunas. Según el Dr. Enrique Casanueva, médico del Hospital Universitario Austral, “las vacunas son la herramienta más eficaz de prevención en las enfermedades infecciosas más graves y frecuentes de los niños y los adultos”.
El 10 de julio se registró en Francia la tercera muerte por sarampión en lo que va del año. La víctima era una joven de 16 años que había sobrevivido a un trasplante de corazón. Día antes se había conmemorado la Primera Aplicación de la Vacuna BCG (el 1° de julio) y, según las autoridades francesas, esta noticia fue una tragedia que muestra una realidad: el brote de sarampión en la ciudad de Nouvelle-Aquitaine fue causado por las coberturas de vacunación alarmantemente bajas.
Frente a esta situación, cabe preguntase ¿qué lugar ocupan las vacunas desde el punto de vista de la prevención de las enfermedades infecciosas? El Dr. Enrique Casanueva, Médico infectólogo y Jefe del servicio de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral explicó: “En principio, las vacunas son la herramienta más eficaz de prevención en las enfermedades infecciosas más graves y frecuentes de los niños y los adultos”.
“Las vacunas actúan estimulando nuestro sistema inmunológico e inducen la producción de anticuerpos específicos contra la enfermedad para la que nos vacunamos”, explicó el Dr. Casanueva. Y agregó: “La acción es directa protegiendo al que recibe la vacuna, e indirecta protegiendo a las personas que no fueron vacunadas o que no respondieron adecuadamente a la inmunización. Por supuesto, este efecto indirecto será más importante cuanta más gente esté vacunada”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó en febrero que los casos de sarampión en la Unión Europea habían aumentado 400% en 2017. Se trata de una de las enfermedades más graves que han regresado a Europa por 2 factores: el descenso en la cantidad de vacunas cubiertas por la sanidad en los diferentes estados debido a la crisis y el arraigo de los postulados pseudocientíficos contrarios a las vacunas, algo que en la Argentina también cobró auge en los últimos años.
Uno de los argumentos por lo que se deja de vacunar es que el sistema inmunológico de los niños pequeños no está preparado para responder a los diferentes antígenos vacunales (sobrecarga antigénica). Sin embargo, desde su nacimiento los bebés entran en contacto con numerosos microorganismos cuyos antígenos exceden de lejos la cantidad y variedad que contienen las vacunas.
Por lo tanto, “cuando dejamos de vacunar, muchas personas quedan susceptibles y se producen epidemias a través de la reintroducción de la enfermedad. Esta situación es muy frecuente en la actualidad dado la facilidad de viajar a lugares distantes en horas”, explicó el Dr. Casanueva.
En Francia, todavía el 41% duda de la seguridad de las vacunas, cuando la media mundial es de 12% de escépticos; sin olvidar que el 24% de los ciudadanos galos que deberían estar vacunados contra el sarampión nunca recibió la inmunización. La ministra de sanidad, Agnès Buzyn, afirmó: “Pido sinceramente a las personas que no están vacunadas o que no han vacunado a sus hijos que se pongan al día, porque en estos momentos la cobertura no alcanza a 70% y no es suficiente como para evitar una epidemia”.
La vacuna BCG actualmente se utiliza por vía intradérmica en la zona del deltoides en el brazo derecho y ha permitido proteger contra las formas más graves de tuberculosis. El Dr. Casanueva aseguró: “Sin embargo, no es muy efectiva para impedir la infección y la enfermedad pulmonar, por lo que debe ser complementada con acciones tendientes a detectar a las personas enfermas y sus contactos, y realizar el tratamiento adecuado y completo. En Argentina se utiliza 1 dosis única al momento del nacimiento”.
Posteriormente se desarrollaron otras vacunas bacterianas y virales que permitieron que infecciones frecuentes y epidémicas que producían gran cantidad de internaciones y muertes hoy no sean representativas ni observadas en Argentina y en muchos países de América y Europa. “Algunas de estas son enfermedades infecciosas que hasta hace menos de 30 años los pediatras veíamos con frecuencia –y hoy por suerte ya no- como por ejemplo la difteria, el tétanos neonatal, la meningitis por H influenzae, la poliomielitis, el sarampión, la rubeola congénita, etc.”, agregó el especialista.
Contacto:
*Dr. Enrique Casanueva
Médico infectólogo
Jefe del servicio de Infectología Infantil
Hospital Universitario Austral
ecasanue@cas.austral.edu.ar