La disminución de peso no deseada genera graves consecuencias. En algunos casos, “la cantidad de calorías que se consume no es suficiente para mantener la función de los órganos vitales”, explicó la Lic. Silvia Juárez del Hospital Universitario Austral.
Entre el 8 y el 9% de la población sufre peso bajo. Incluso, aumentar de peso suele ser difícil para ciertas personas sanas debido a su tendencia genética a la delgadez, actividad excesiva o patrones de alimentación habituales.
La Lic. Silvia Juárez, del staff de Internación del Hospital Universitario Austral, explicó que “cuando el peso corporal disminuye de 15 a 20% por debajo del deseable, la cantidad de calorías que se consume no es suficiente para mantener la función de los órganos vitales”. Tal es así que “la pérdida entre 2,700 y 3 kg en un mes, sin cambios en el consumo oral, amerita una intervención nutricional para evaluar la correspondencia entre consumo y gasto de energía, descartando infecciones o patologías asociadas”, sumó la especialista.
Los trastornos de la nutrición alteran la calidad de vida ya que dan como resultado temperatura corporal baja, anemia, desnutrición, pérdida de la función digestiva, piel seca y/o concentraciones hormonales anormales. Y suelen presentarse ante una pérdida, frente a la soledad o dependencia, o debido a una enfermedad crónica. La Lic. Juárez agregó que “la pérdida de peso no intencional con debilidad y pérdida de masa corporal magra sugiere alguna anomalía indeseable o una enfermedad, sobre todo entre las personas con enfermedades crónica o internados en instituciones”.
La identificación y el tratamiento de las alteraciones alimentarias permiten mejorar el estado de salud de las personas con peso insuficiente a cualquier edad. La Lic. Juárez detalló los objetivos de la intervención nutricional:
- Planear las comidas y refrigerios de acuerdo al apetito y preferencias de la persona. Promover comidas fraccionadas a lo largo del día, con refrigerios nutritivos.
- Consultar con una nutricionista para programar comidas con alto valor calórico en preparaciones con volumen disminuido. Si alcanza pronta saciedad, alejar la ingesta de líquidos de las principales comidas.
- La nutricionista podrá ayudar a preparar comidas sencillas con alimentos atractivos. Se pueden identificar condimentos, especias y otros ingredientes que den sabor para estimular los sentidos.
- Si es necesario, establecer una alarma para recordarle a la persona que debe ingerir la colación.
- En caso de necesitar, se usarán suplementos hipercalóricos entre comidas o un refrigerio rico en calorías a la hora de dormir que suele ser benéfico (si no se cuenta con un producto hecho en casa, puede usarse un suplemento).
- Si hay problemas de masticación, cambiar la textura de los alimentos (molida, picada, purés) y consultar al odontólogo.
- En caso de dificultad de deglutir, trabajar con el terapeuta para identificar consistencias sólidas y liquidas y evitar que se aspire.
- Además de la alimentación, debe promoverse el desarrollo de masa corporal magra a través de entrenamiento de fuerza cuando sea adecuado. En muchos casos, el aumento proporcionado de actividad física para las condiciones clínicas ayuda a mejorar el apetito y la ingestión.
En el caso de los adultos mayores, la desnutrición se caracteriza por un “estado nutricional deficiente, ingestión de nutrientes insuficiente, falta de apetito, atrofia muscular y pérdida de peso. La fragilidad nutricional incluye sarcopenia con pérdida de masa magra lo que conduce a retraso en el crecimiento y discapacidad funcional”, sumó la licenciada.
Ejercicio físico
Dentro del tratamiento de intervención nutricional se tiene en cuenta la incorporación del ejercicio físico, siempre adecuado a cada persona. La especialista explicó que “el ejercicio con entrenamiento se ha usado con éxito en el tratamiento de la desnutrición severa secundaria, la sarcopenia (pérdida de músculo), cáncer y otros trastornos. Se debe coordinar con los integrantes del equipo de salud, el tipo y la frecuencia de actividad física”.