En el 2019 se realizó en el Hospital Universitario Austral la primera cirugía fetal mini-invasiva para la corrección de espina bífida en nuestro país. Se opera, con instrumentos diminutos, la espalda de un bebé de poco más de 15 centímetros dentro del útero materno: por orificios se repara una malformación de la columna y la médula durante la gestación.
- Esta técnica fetoscópica tiene los mismos beneficios para el feto que la cirugía a cielo abierto (tratamiento intrauterino de la hidrocefalia y la parálisis), pero con menos riesgo para el útero materno.
- El Programa de Cirugía Fetal del Hospital Universitario Austral ofrece cirugía fetal a cielo abierto -es decir mediante una incisión en el útero materno a través de la cual se opera al feto- desde el año 2015 y es el centro con mayor experiencia en la Argentina en este tipo de intervenciones (50 pacientes hasta el 2019).
- En 2011 se publicó el estudio MOMS, que demostró que la cirugía fetal de espina bífida era capaz de reducir a la mitad la necesidad de tener que colocar una válvula de derivación después del nacimiento para el tratamiento de la hidrocefalia y duplicaba la probabilidad de que estos pacientes -que suelen sufrir distintos grados de parálisis en los miembros inferiores- puedan caminar sin necesidad de prótesis.
- Sin embargo, para operar al feto es necesario abrir el útero materno, lo cual se asocia a un pequeño riesgo de dehiscencia o apertura de la cicatriz uterina, durante el embarazo, después de la cirugía. En cambio, esta técnica fetoscópica no requiere esta abertura.
En detalle
La técnica mini-invasiva -que actualmente se realiza en menos de 20 centros a nivel mundial- utiliza tres pequeños orificios en vez de una incisión, a través de las cuales se introduce una pequeña cámara e instrumentos quirúrgicos con los que se realiza la cirugía en la espalda del feto, luego de haber insuflado dióxido de carbono dentro de la cavidad uterina.
“Nuestro equipo venía trabajando en modelos animales y de simulación en esta técnica, con la colaboración del Dr. José Luis Peiró, del Hospital de Niños de Cincinnati, quienes desarrollaron la técnica”, señaló el Dr. Daniel Russo, Jefe de Cirugía Infantil y Co-Director del Programa de Cirugía Fetal del Hospital Universitario Austral.
“Esta nueva técnica, aplicable para casos bien seleccionados, es menos agresiva para la embarazada y previene el riesgo de dehiscencia (abertura de la sutura) uterina ya que no deja cicatriz, que además permite que la paciente tenga un parto vaginal en vez de una cesárea programada, como es necesaria en la cirugía a cielo abierto”, agregó el Dr. Adolfo Etchegaray, Jefe de la Unidad de Medicina Fetal, del Departamento Materno Infantil, y Presidente de la Sociedad Argentina de Diagnóstico Prenatal y Tratamiento (SADIPT).
La técnica
- El bebé recibe la anestesia general que se le aplica a la madre a través de la placenta, junto con un coctel anestésico para evitar que sienta dolor y se mueva durante el procedimiento, además
de mantener protegido su corazón. - Luego, se hace una incisión en el abdomen materno para abrir la pared abdominal y dejar expuesto al útero. Se mapea la placenta y se ubica al bebé de espalda hacia el equipo de trabajo, integrado por un cirujano fetal, un cirujano maternofetal y un neurocirujano. Entonces, por tres orificios de no más de 5 mm, se introduce una cámara para observar la lesión y los instrumentos quirúrgicos.
- Se reemplaza el líquido anmiótico por dióxido de carbono húmedo y tibio en la cavidad uterina para facilitar el trabajo, que consiste en disecar la lesión, colocar un parche para impermeabilizarla del entorno líquido y cerrar la piel. Se elimina el gas de la cavidad uterina y se repone el líquido amniótico con un suero tibio hasta que el bebé reponga
la cantidad que necesite hasta completar la gestación. - Por último, se cierra la pared abdominal materna. El equipo del Austral se entrenó en esta nueva técnica con simuladores y la colaboración del Dr. José Luis Peiró, experto en cirugía fetal del Hospital de Niños de Cincinnati Children Medical Center que desarrolló esta técnica, según comentó Russo, jefe de Cirugía Infantil y codirector del Programa de Cirugía Fetal del Hospital Universitario Austral.
- De hecho, Peiró viajó al país para participar de esta primera fetoscopía. Más allá del diagnóstico tardío (más de 27 semanas de gestación), esta intervención no está aconsejada cuando se trata de embarazos dobles, de alto riesgo de parto prematuro o si la madre es hipertensa, tiene diabetes mal controlada o una infección que pudiera transmitirle al bebé.
- También se desaconseja cuando el bebé padece de una condición genética grave, una malformación cardíaca o la espina bífida afecta una gran cantidad de vértebras. “Afortunadamente, son muy pocos los casos que quedan excluidos de la chance quirúrgica”, dijo Etchegaray. “Comprobamos que los bebés toleran muy bien la cirugía tanto con la técnica abierta como con la festoscopía. Al día siguiente, se mueven mucho. Por eso, las pacientes permanecen cinco días internadas -contó Etchegaray-. Nuestro principal enemigo es el parto prematuro. La madre recibe medicamentos para evitar complicaciones y, luego del alta, continúa con controles regulares. Con esta cirugía menos invasiva, la recuperación es más rápida”.
Primera en el país
Se estima que todos los años nacen cerca de 400 niños con espina bífida en Argentina, de acuerdo con datos del Registro Nacional de Anomalías Congénitas (RENAC). El primer bebé operado es Jorgito Antonio. Sus papás son Hortensia Claps y Alexis Aversano de Tucumán.
Jorgito es el sexto embarazo de Hortensia (perdió uno anteriormente), el quinto, luego de sus hermanos de 1, 3, 4 y 7 años. El ecografista que la atendía detectó a las 20 semanas de gestación una lesión en la espalda del bebé. Entonces, la orientó con el grupo de Etchegaray y Russo. “Iba a tener una cirugía a cielo abierto, con dos cortes [en la panza y el útero] y cuando los médicos vieron la lesión de Jorgito, nos dieron a mí y mi esposo la posibilidad de optar por la fetoscopía. Y, la verdad, es que nos fue espectacular.
No sabíamos que existía esto en el mundo: que se opera a bebés dentro de la panza”, comentó Hortensia. Quien reconoció que se encuentra muy bien y agradece a los médicos que operaron a su hijo. Jorgito “no para de moverse”, según contó su madre. “Se mueve un montón y para todos lados. Nunca tuve una cesárea y ves que tenés una cicatriz en la panza y un bebé que patea adentro.
¡No salgo del asombro! Sabemos con mi esposo que esta cirugía le mejorará la calidad de vida de Jorgito y dependerá de él cómo irá evolucionando. Pero ya nos cuentan que, por su tipo
de lesión y haberla podido tratar tempranamente, es muy probable que pueda hacer una vida normal”, finalizó Hortensia.
¡Gracias a todos ustedes, gracias al Hospital Austral!
«Ante el diagnóstico de espina bífida, mi ecógrafo en Tucumán, el Dr. Wilson, nos contactó con el Austral. Nos encomendamos primero a Dios, porque tenemos mucha confianza en Él, y Dios nos puso en el camino a todo el Hospital Austral. Desde que llegamos no tuvimos tiempo de preocuparnos de nada porque todo el hospital se ocupó de nosotros.
Gracias a todo el equipo de medicina fetal: son una de las mejores cosas que me pasó en la vida; lo que ustedes hicieron por nosotros, Jorgito, mi familia, mi Tucumán les agradece infinitamente. Desde el principio nos dijeron tal cual todo y también nos llenaron de esperanza. Nos dieron la oportunidad de la fetoscópica porque Jorgito era un candidato para esta operación.
Estuve dos meses en Bs. As.; mientras mi esposo y 4 hijos, en Tucumán. Cuando uno entra en el hospital, respira un aire diferente que da alegría. Las veces que vine sola porque estaba con contracciones y la gente de seguridad se ofrecía a estacionarme el auto.
¡Gracias! Gracias a todo el personal de obstetricia, me apoyaron en el momento del parto porque estaba sola. Gracias al Dr. Beruti que recibió a mi bebé. Gracias a las enfermeras: son ángeles de la guarda. Todos los días pasaba por el oratorio para agradecer que mi gordo estuviera en tan buenas manos. Gracias a Neo: cada mañana transmiten alegría y amor; quizás en el día a día no se dan cuenta de lo que significa para cada uno. Gracias al personal de alimentación: riquísima la comida, la presentación y la atención.
Gracias a las camareras con sus detalles en todo, desde la servilleta a las preguntas. Gracias al personal de limpieza, tratan muy bien, toda ayuda a que el paciente se sienta más sano o con ganas de luchar.
Soy amante y defensora de la vida. Jorgito tuvo acceso a mejorar su calidad de vida. Gracias a la gente de Comunicación: sigan comunicando el cuidado de la vida. Gracias también a todos los encargados del mobiliario, los detalles, el cuarto, el cuadro de la Virgen, todo da paz y tranquilidad. Gracias a los capellanes que con sus palabras, sonrisas, llevando la comunión, al bendecir al bebé, dan momentos únicos. Para los pacientes y papás esto es espectacular porque reconforta el alma y da fortaleza. Gracias a las autoridades del hospital: sepan que tienen un personal espectacular. Sigan así, no aflojen, avancen», expresa Hortensia Claps.
Para más información acceder a Revista VIDA, edición 52.