El «reuma» no es una enfermedad, sino que es la palabra popularmente usada para referirse a las enfermedades reumáticas. Debe entenderse que, comúnmente, lo que la sociedad llama «Reuma» son más de 200 enfermedades diferentes que tienen en común el dolor de las articulaciones, los músculos y/o tendones. Sin embargo, hay muchas otras que pueden afectar otros órganos como la piel, los pulmones, los riñones, el corazón, los nervios, etc. También la fiebre, el decaimiento y la pérdida de apetito pueden ser manifestaciones iniciales de algunas de estas enfermedades.
La enfermedad más emblemática y con mayores avances en los últimos años ha sido la artritis (en todos sus espectros).
La artritis (reumatoidea, psoriásica, espondiloartritis, etc.) es una enfermedad que afecta a las articulaciones causando dolor, inflamación y discapacidad. Existen muchos tipos de artritis, cada uno con sus propias causas y síntomas.
El tratamiento de la artritis depende del tipo de artritis que tenga el paciente, la gravedad de sus síntomas y su estado general de salud. En general, el objetivo del tratamiento es reducir el dolor, la inflamación y la discapacidad.
Algunos de los medicamentos más destacados para la artritis incluyen:
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINES): ayudan a reducir la inflamación y el dolor. Los AINES más comunes son el ibuprofeno y el naproxeno.
- Corticosteroides: son medicamentos potentes que ayudan a reducir la inflamación. Pueden administrarse por vía oral, inyectada o tópica.
- Medicamentos biológicos: bloquean la acción de las proteínas que causan la inflamación. Pueden ser muy eficaces para tratar la artritis reumatoide, la espondilitis anquilosante y otras enfermedades autoinmunes.
En la actualidad uno de los objetivos principales del tratamiento es prevenir la aparición de deformidades, lo cual se logra con un diagnóstico temprano y un tratamiento apropiado y continuo. La gran mayoría de las enfermedades reumáticas son crónicas y no se puede hablar de curación (a diferencia de las enfermedades infecciosas que se pueden curar con antibióticos), por lo tanto, los tratamientos y controles médicos deben ser continuos, al igual que con otras enfermedades crónicas como por ej. diabetes, hipertensión arterial, etc.