Un feto pequeño para la edad gestacional, es aquel que presenta un peso estimado (PFE) menor al percentil 10 para su edad gestacional. Dentro de este grupo, se encuentran aquellos que en su mayoría serán constitucionalmente pequeños, y un grupo menor que padecerán restricción de crecimiento intrauterino (RCIU).
Es una de las patologías obstétricas en donde existe mayor variabilidad clínica relacionada con su manejo y también con lo que esta heterogeneidad produce en investigación.
La prevalencia de esta patología se encuentra aproximadamente, entre un 7-10 % de los embarazos.
Los médicos perinatales deben tomar decisiones, enfrentándose al dilema entre, prolongar los efectos de los procesos prenatales que llevan a la restricción de crecimiento fetal, y condicionar los efectos que eventualmente se podrían generar por un nacimiento prematuro electivo.
En este contexto, la implementación de una clínica de crecimiento pretende realizar un seguimiento especializado, brindando acompañamiento, información y contención a los padres, dentro de un marco que ofrezca la mejor evidencia disponible para cada caso, interactuando con otras especialidades relacionadas con el manejo pre y postnatal.
Además, algunas de las enfermedades que hoy preocupan a la salud pública han sido asociadas a un origen perinatal. En este grupo podemos encontrar: obesidad, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes y alteraciones en el neurodesarrollo, entre otras.
Es cada vez mayor la evidencia sobre las consecuencias que tiene la restricción de crecimiento fetal a lo largo de la vida, y es probable que, por esto, la identificación y el seguimiento de los fetos con restricción de crecimiento sea el primer, y muy importante paso hacia un futuro, en donde se posibilite, no sólo evitar resultados perinatales indeseados, sino también establecer programas de seguimiento continuo hasta la vida adulta, con potenciales intervenciones oportunas que pudieran favorecer una mejor calidad de vida postnatal.