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09 Dic 2024

Prevenir es vivir bien y mejor

Tres especialistas coincidieron en la necesidad de enfocar el cuidado de la salud en el paciente a través de la prevención. La consideraron el puntapié inicial para modificar hábitos y conductas. Desde los primeros mil días de vida hasta la adultez, siempre es mejor adelantarse.

“Mejor prevenir que curar” reza la voz popular. Así sigue funcionando hoy y tres especialistas del Hospital Universitario Austral, explicaron cómo influyen en la salud y calidad de vida los controles periódicos. No necesariamente anuales, dado que depende de cada caso la frecuencia. La visita sistematizada a profesionales de la salud, garantiza el mejor cuidado de cada paciente.

“Lo primero es realizar una consulta con el médico para analizar, en función de la edad, el sexo y los antecedentes, qué estudios hay que indicar. En este sentido, los ‘paquetes de exámenes’ facilitan los turnos y ahorran tiempo, aunque no están pensados para la individualidad de cada paciente”, sostuvo el Dr. Matías Tisi Baña, jefe del Servicio de Clínica Médica del Hospital.
“Encontramos que los pacientes tienen muchas ganas de hacer las cosas bien, pero es un gran trabajo sostener la realización de estudios preventivos, y la revisión de hábitos, actividades, esquema de sueño y alimentación. Por eso, el mensaje más importante que podemos dejar es que cada uno de nosotros debe mantener su cuidado en el día a día y revisar en una charla médica la situación periódicamente. Para la mayoría de nosotros estos cuidados son más importantes que un estudio en particular”, agregó Tisi Baña.

Prevenir es vivir bien y mejor
Revisar hábitos tiene que ver con la prevención: el descanso, la actividad física e hidratación, evitar el consumo de sal, azúcar, alcohol y tabaco.

El buen hábito de controlar la salud

La Dra. María Celeste Berecoechea, jefa del Servicio de Medicina General Ambulatoria, coincidió con la importancia de los controles médicos periódicos: “En los últimos años se han realizado múltiples esfuerzos por cuantificar los beneficios de estos controles y, actualmente estamos volviendo la mirada hacia ellos preguntándonos cuáles, de todas las prácticas que hacemos de manera rutinaria, sirven para prevenir enfermedades y sobre cuáles de las enfermedades prevenibles deberíamos poner el foco”.

“Los médicos, las sociedades científicas y los medios de comunicación hemos amplificado hasta el infinito la idea de que los controles de salud previenen enfermedades, pero no fuimos específicos sobre cuáles enfermedades son prevenibles. Entonces hemos creado una falsa idea de que todas las enfermedades lo son, o incluso que la prevención significa solamente hacerse estudios, sin que sea necesaria ninguna acción de modificación personal de hábitos nocivos o de conductas de riesgo”, reconoció Berecoechea.

Por esta razón hay consultorios atestados de personas que, por ejemplo, creen que realizarse radiografías de tórax previene el cáncer de pulmón, pero no piensan en abandonar el tabaquismo; personas que realizan laboratorios de rutina para verificar los niveles del colesterol pero no consideran la posibilidad de realizar algún tipo de actividad física, o cambiar hábitos alimentarios por algunos más saludables.

“El Examen Periódico de Salud (EPS), depende de cada paciente, no son iguales los estudios que hay que solicitarle a una adolescente de 17 años sin antecedentes médicos, que a una persona de 50 años con problemas cardiovasculares. El riesgo de cada persona está determinado por su sexo y su edad, por sus antecedentes personales, familiares, la medicación que recibe y su historia personal. Para poder realizar un reconocimiento de la situación debemos detenernos cuanto necesitemos, a veces 15 minutos, y en algunos casos varios encuentros”, cerró la especialista.

Así como las personas son autónomas para adoptar decisiones importantes, conociendo ventajas y desventajas, poniendo en juego sus valores y preferencias, es deseable que también lo puedan hacer sobre las cuestiones que atañen a los cuidados de su salud. “Este es un concepto importante al que llamamos decisiones compartidas. La mayoría de estas decisiones se toman en escenarios donde hay más de una opción posible y por eso es común que exista incertidumbre. Ciertas determinaciones vinculadas a la salud impactan en la vida de las personas”, refirió la Dra. María Celeste Berecoechea.

Prevenir es vivir bien y mejor
Para la prevención es necesaria alguna acción de modificación personal de hábitos nocivos o de conductas de riesgo, que son las que cambian la perspectiva de salud y calidad de vida.

¿Qué pasa con los chicos?

“Estrictamente la prevención comienza desde la concepción con el período denominado `los primeros 1000 días de vida´, que incluye los 270 días que dura el embarazo y los 2 primeros años, y representa una etapa importantísima para construir el camino de la salud que nos acompañará en toda nuestra vida adulta”, aseveró el Dr. Néstor Panattieri, jefe del Servicio de Pediatría.

“Los clínicos pediátricos ponemos el foco en el interrogatorio que debe incluir los medicamentos que el paciente recibe y el estado de vacunación. El examen físico completo es el mejor y obligado inicio para tener una aproximación general. Luego se verá si es necesario realizar otros análisis o pruebas”, señaló Panattieri. “Por otro lado, el contacto regular con el pediatra durante la infancia y a medida que el paciente crece ayuda con todo tipo de problemas de salud hasta la edad adulta, ya que gracias a estas consultas se pueden detectar rápidamente síntomas tempranos e indicadores de afecciones médicas”, añadió.

Existen tres tipos de prevención: primaria, secundaria y terciaria. La primaria hace foco en actividades destinadas a intervenir antes del inicio de los cambios patológicos y dentro de la historia natural. Las vacunas y la promoción de una alimentación saludable son un ejemplo de prevención primaria. La prevención secundaria se orienta a las actividades destinadas a la detección temprana de enfermedades y el tratamiento rápido para curarlas durante sus primeras etapas, o retardar su progresión, prevenir complicaciones y limitar la discapacidad cuando la cura no es posible. Un ejemplo es el programa de detección de errores congénitos del metabolismo o cardiopatías congénitas. Finalmente, la prevención terciaria hace referencia a las actividades destinadas a limitar los efectos de la enfermedad y discapacidad en las personas que se encuentran en las primeras etapas de alguna patología, y proporcionar una rehabilitación a las personas que ya tienen daños residuales. El control del dolor es un ejemplo de prevención terciaria.

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