Habitualmente relacionada con la preparación de alimentos que necesitan “levar”, hace ya algún tiempo que se habla sobre la levadura nutricional como “algo más”.
¿De qué se trata? De incorporar levadura a la alimentación diaria. ¿Por qué? “Básicamente porque la levadura es un excelente integrador alimentario, que se utiliza como reconstituyente general, vitamínico y mineral, tanto en caso de exigencias puntuales (estrés, convalecencias, embarazo o prácticas deportivas), así como también en presencia de estados carenciales (malnutrición, anemia)”, sostuvieron las Licenciadas María Candelaria Percara y Silvia Juárez, ambas nutricionistas del Hospital Universitario Austral (HUA).
La levadura nutricional se cultiva sobre la cebada germinada y luego se seca a 60ºC para evitar la destrucción de las enzimas que además de termosensibles son muy valiosas.
“La levadura es rica en vitaminas (posee todo el grupo B, en especial la B12, y colina), minerales claves como el zinc, el selenio, el cromo, el magnesio y el hierro; y en aminoácidos (lisina, triptofano), enzimas y lecitina”, añadieron las licenciadas.
La levadura nutricional es considerada un protector hepático útil en presencia de arteriosclerosis, diabetes, tumores, dificultades digestivas, problemas nerviosos, estreñimiento, anemia y leucemia, así como también como tónico general.
Por otro lado, según las licenciadas, la levadura nutricional mejora la piel, la síntesis intestinal de vitaminas y el equilibrio de la flora intestinal.
“Es importante consumir levaduras secadas a bajas temperaturas y que no tengan tratamiento de desamargado, procedimiento –lavado- que se realiza a nivel industrial para quitar el característico sabor amargo de la levadura, pero que elimina también valiosos nutrientes”, especificaron Percara y Juárez.
Un par de gramos diarios deberían pasar desapercibidos en combinación con otros integradores alimentarios como el germen de trigo o semillas. Puede utilizarse como el queso rallado, espolvoreado en crudo sobre todo tipo de comida, aportando así un delicado sabor e infinidad de nutrientes indispensables para prevenir enfermedades.
“La dosis utilizada depende de cada caso, razón por la cual hay que consultar al medico o nutricionista de cabecera, sobre todo porque la levadura no es apta para algunos pacientes con determinadas patologías”, concluyeron las profesionales del HUA en donde Juárez es también Coordinadora de la Unidad de Soporte Nutricional.
Por último, además de espolvorearse, la levadura puede agregarse a licuados, jugos y comidas en general. En este último caso conviene mezclarla con semillas molidas y germen, para mejorar su sabor.
Detalle de las “propiedades” de la levadura nutricional:
Vitaminas: tiene una gran riqueza del grupo B. Posee, por ejemplo, 34 veces más B1 que la avena y las nueces. También es rica en B2, B4, B5, B6, B12 (vitamina clave para vegetarianos), PP, H, inositol, colina, PABA y ácido fólico.
Minerales: contiene magnesio, calcio, cinc, hierro, cobre, cromo y selenio. Dado que no es un alimento y se consume a nivel de pocos gramos diarios, la levadura resulta importante por su aporte en oligoelementos o minerales traza, carentes en alimentos refinados y procesados. Es el caso del cromo, cofactor de la insulina, y cuya carencia está relacionada con los problemas en diabéticos. También del selenio, antioxidante protector frente al cáncer, el envejecimiento prematuro y los radicales libres.
Proteínas: aporta en cantidad significativa aquellos aminoácidos esenciales (es decir que no los puede sintetizar el organismo y por ende deben provenir de nuestros alimentos). También aporta glutatión, que resulta clave para la desintoxicación hepática, la neutralización de venenos y la eliminación de desechos de células tumorales.
Contacto:
*Lic. María Candelaria Percara
Nutricionista
Hospital Universitario Austral
MPERCARA@cas.austral.edu.ar
*Lic. Silvia Juárez
Nutricionista
Coordinadora Unidad de Soporte Nutricional
Hospital Universitario Austral
SJUAREZ@cas.austral.edu.ar