«¡Ese bebé está sintiendo frío!» ¿Cuántas veces hemos escuchado esta expresión? Es bastante común que los abuelos, acompañantes e incluso los propios padres, al percibir la vulnerabilidad del niño, tiendan a sobreabrigarlo con la intención de cuidarlo.
Pero, ¿cuál es el abrigo ideal para el bebé?
En las primeras 48 horas de vida, en los lugares de nacimiento, se verifica la correcta termorregulación de la temperatura del bebé. A partir de entonces, el bebé solo debe llevar una prenda adicional a la de los adultos acompañantes. Al llegar a casa, no es necesario que use gorro ni sombrerito, ya que la superficie de su cabeza, proporcionalmente más grande que la de un adulto, desempeña un papel crucial en la regulación térmica a través de la transpiración.
Durante el proceso de amamantamiento, es frecuente que el bebé sude, dado el esfuerzo requerido y el calor generado por la madre. En este momento, es recomendable desabrigarlo adecuadamente. Asimismo, es muy importante evitar el exceso de abrigo al acostar al bebé, y que siempre mantengan una temperatura ambiente moderada.